Se conoce como patrimonio culturalel conjunto e bienes adquiridos por herencia o por títulos (R.A.E.)
Este puede ser histórico, artístico o cultural, tomando así entonces modos de vida, costumbres, conocimientos y el grado de desarrollo artístico, científico e industrial en una época, o de un grupo social, etc.
Surge así el término de identidad cultural, el cual engloba los rasgos intangibles que definen a una colectividad, añadiendo gastronomía, hábitos, arquitectura popular, economía, etc.
A raíz de la segunda guerra mundial se engloban estos últimos conceptos, poniendo un foco en el ser humano.
Es entonces cuando emergen los bienes de interés cultural, aportando una arquitectura que presta atención al paisaje, estableciendo así un aumento del valor de este último.
La identidad cultural es ‘esculpida’ por la conversación de los ‘libros de piedra’, apareciendo así el concepto de catalogo de bienes, el cual pretende conocer el valor cultural de cada zona.
Esto nos da una serie de parámetros a tener en cuenta con la conservación del entorno, ofreciendo una lista de materiales técnicas constructivas, formas, dimensiones, colores, etc. que el arquitecto debe considerar, dándole a la obra la oportunidad de que nos muestre y explique sus valores.
Para conservar correctamente un edificio debemos protegerlo, intervenir y catalogarlo, como ya hacían los primeros papas en Italia.