En un principio, lo expuesto por los compañeros expone hipótesis fundamentadas en la situación actual, teniendo en cuenta diferentes parámetros, pero no se sabe aún cual es el sendero correcto que debe tomar el arquitecto del futuro.
Partiendo de mi opinión, el futuro de juega en dos campos distintos:
Por un lado tenemos la aún persistente situación pandemica, la cual persistirá hasta que prime a vida humana por encima del balance económico. Es decir, pese a las advertencias de las voces actuales de la ciencia, el debate yace en la apertura o cierre de la economía, no sobre como amortiguar los golpes del Covid-19 a la población. Además, a pesar de que el proceso de vacunación resulta casi inminente, tenemos una nueva cepa, la cual es un 70% más contagiosa, por lo que este panorama parece persistir durante más tiempo.
En los ojos del arquitecto, debe comenzar a enfocarse un arquitectura cada vez mas adaptable a estas situaciones, porque si bien ya podría haber pasado en diez años (eso esperamos), juraremos ser más preventivos a nivel urbanístico y arquitectónico con el fin de evitar aglomeraciones, tener que limitar aforos en universidades o colegios, o que el espacio físico sea el determinante en más situaciones así.
En la otra cara de la moneda, tenemos a China habiendo firmado con potencias asiáticas el tratado de libre mercado más grande de la historia, el cual englobará a 2.2 billones de personas, así como a más del 30% de la producción mundial al contener el estrecho de Malaca, donde circulan más de 75000 barcos de carga cada año.
Este tratado no es la primera vez que se plantea, ya que años atrás Estados Unidos propone una situación similar a las potencias asiáticas y del pacífico, excluyendo a China. ¿Tan casualidad será que ahora China haya llevado a cabo pacto tan semejante?, en un principio no, ya que EE. UU. dice hace semanas varias que reforzará las tropas en Pearl Harbor al ver una amenaza en el mercado del pacífico.
Es decir , se está caldeando una ambiente donde las luchas por el petroleo en Oriente, por el mercado global entre China y Estados Unidos, entre otros ya existentes conflictos bélicos, van a desembocar en cualquier momento una posible WW3, y más conociendo la entrada del agua a cotizar en la bolsa.
En ese caso, el arquitecto del futuro no tendrá otra misión que esperar que concluya la guerra para así retomar el pasado ‘urbicidio’ y reconstruir las ciudades, tratando de eliminar todo rastro de guerra pasada.
Tratando de responder a las compañeras de la primera exposición, ¿si cada vez habrá más pobreza y aumentaran los barrios marginales, no deberíamos tratar de proyectar viviendas más sostenibles y adaptables a quienes hoy representan dos tercios de la población actual?
Con esto me refiero que en caso de que realmente la situación no cambie, ¿el arquitecto del futuro no debería centrarse más en satisfacer el derecho básico de la mayoría, en vez de ser haciendo casitas de lujo para que la minoría se escape de las ciudades a las zonas rurales?
En mi opinión, ya se construyeron bastantes catedrales, tal vez sea hora de empezar a construir para los humanos.