Para tener una buena formación, el arquitecto debe profundizar en lo que miramos para convertirlo en pensamiento, analizar cuanto le rodea, dibujar constantemente, viajar para obtener nuevas influnencias, fotografiar para proporcionar una mirada única entre infinitas posibilidades, ver películas para entender el valor de la luz o el espacio y leer profundizar ideas y viajar donde no podemos.
Además, un arquitecto siempre debe estar guiado por un pensamiento critico basado en la búsqueda de herramientas y técnicas para expresar sus ideas, así como predominante de curiosidad y comunicación con su entorno.
De este modo, el arquitecto se sumerge en un aprendizaje creativo que le guía a entender de materiales, reglas compositivas, y mezclar conceptos para proyectarlos en la ‘viabilidad constructiva’.
Entender el porqué de las cosas, desmenuzar los edificios , sobre-analizar para sintetizar mejor, pensar en sencillo, entre otras cosas.
‘Lo que realmente vale es la calidad de carácter ‘– Frank Lloyd Wright